sábado, 27 de junio de 2015

Rusia y Argentina: Paralelismos y Divergencias


Bruno Capasso


CAPÍTULO EXTRAÍDO DEL LIBRO "AÑO XII" DE BRUNO CAPASSO


http://nacionalrevolucionario.blogspot.com.ar/2012/05/rusia-y-argentina-paralelismos-y.html

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Tras la caída de la U.R.S.S., el Poder Mundial Sionista creyó ver el advenimiento de sus tiempos mesiánicos.
El auto-cumplimiento de las profecías del libro de Isaías parecía estar a la vuelta de la esquina; fue así que decretaron el “fin de la historia”, el “fin de las naciones”, el “choque de civilizaciones” (como idea-fuerza para la conquista mundial), la imposición de la nueva inquisición censora del “pensamiento único” y la “religión” opiácea del consumismo y los “derechos humanos”.
Estos “principios” marcaron, a nivel mundial, la obscena y delirante década del ’90.
Una nueva y monstruosa “torre de Babel” comenzó a ser erigida: la llamaron “globalización”.
Para construirla, comenzaron por destruir los cimientos de los Estados-Nación de los países pertenecientes a los antes llamados mundo “segundo” y “tercero”, es decir: los países ex comunistas y los países ex no-alineados, en lo que fue un movimiento de pinzas de doble conquista, direccionado a los bloques remanentes de la época de la “guerra fría”; para lo cual empezaron, no por casualidad sino de manera planificada, por los países referentes de uno y otro bloque, a saber: Rusia y Argentina.
Que nadie dude de este papel desempeñado por la Argentina en el concierto de las Naciones hasta el año 1989; porque hasta ese año, pese a las idas y venidas que desangraron a nuestro país en su lucha entre nacionales y antinacionales, entre la grandeza y la bajeza, entre la dignidad y la mediocridad, Argentina fue para los EE.UU. el principal escollo para su dominación total sobre el continente americano; como así también de aquellos países de otras partes del mundo que no estaban ni bajo la influencia comunista ni bajo la influencia capitalista; notar que esta incidencia de la tradicional política exterior argentina era tal que incluso en 1982, a pesar de estar gobernando en nuestro país la junta militar que volteó al último gobierno de Perón, Muammar Gaddafi (referente del tercerismo norteafricano) envió gratuitamente armas a la Argentina en plena Guerra de Malvinas.
Basta con leer las obras de autores y diplomáticos norteamericanos que se refieren al tema, como por ejemplo la de Harold Paterson: “Argentina y Estados Unidos”, para darse cuenta de esta realidad.
Pese a todo, la Argentina logró tener desde el inicio de su existencia hasta la llegada al gobierno del infame Carlos Menem, una política exterior con altibajos, pero en definitiva mas o menos coherente y celosa en lo que se refiere a sus intereses. La política exterior era política de Estado (suena ridículo tener que resaltar esto, pero así las cosas). Es más, según bien lo define Paterson, la realidad es que Argentina llegó incluso a luchar contra los EE.UU. por la preeminencia en el continente sudamericano, a punto tal que en los momentos más álgidos de estas relaciones tormentosas, exceptuando Brasil, todas las naciones del continente se encontraban ante la disyuntiva de elegir entre orbitar a los EE.UU. u orbitar a la Argentina.
Esta política exterior altiva y ambiciosa tuvo su origen con Rosas, creció con Yrigoyen y alcanzó su madurez con Perón; de hecho, fueron estos tres estadistas quienes, en consonancia con el mas auténtico sentir popular, marcaron a fuego sus lineamientos más puros. Ya en el siglo XIX Argentina rechazó de plano la Doctrina de Monroe, enfrentó y rechazó bloqueos militares ingleses y franceses, y en el XX tuvo especial protagonismo en la pacificación de la por el imperialismo impuesta guerra del chaco y luego, pese a los momentos mas duros de la presión diplomática norteamericana (que incluyó dos veces el envío de su marina al puerto de Buenos Aires), Argentina se mantuvo neutral durante toda la Primer Guerra Mundial y hasta último momento en la Segunda (4), y condenó siempre o dio la espalda a todas las invasiones imperialistas tanto anglo-norteamericanas como soviéticas. El axioma de Perón: “en el mundo somos occidentales y en América argentinos”, se mantuvo en casi todo el periodo que va desde su derrocamiento hasta el año 1991 (cuando Carlos Menem, el mas aberrante cipayo de estas tierras, envió barcos argentinos a la guerra de Irak, alineando así al país por completo con los EE.UU.).
A partir de ese año la política exterior argentina, que en su momento llego a constituirse en salvaguarda para los intereses de todos los países sudamericanos y, también, con Perón, la primera en plantear un bloque de países no-alineados, no volvió jamás a ser lo que fue.
A partir de esa fecha Argentina cedió en su lucha por la preeminencia en el continente sudamericano, cedió ante Brasil y cedió ante los EE.UU.
Pese a todo lo que digan los propagandistas del gobierno kirchnerista, la política exterior de la actual gerencia en nada se diferencia de los mas vergonzosos años del menemismo.
Porque así como Menem envió militares argentinos a la guerra imperialista de Irak en el ’91, del mismo modo este gobierno, en una medida aberrante y totalmente contraria a nuestros intereses, reconoció el año pasado al CNT “libio”, gobierno títere impuesto manu militari por el Imperio anglo-norteamericano en Libia(5). Es decir, una abyecta contradicción a nuestros reclamos sobre Malvinas, ya que al reconocer dicho gobierno de ocupación se reconoce la invasión de un país soberano (y, lo peor, amigo) por parte de las mismas potencias que usurpan y ocupan nuestras Islas Malvinas.
No hace falta ser un genio para darse cuenta de lo ridículo que significa reclamar que se retire la OTAN de nuestro Atlántico Sur al mismo tiempo que se le reconoce el que invada el Sahara.
Con respecto al Movimiento de No Alineados, servilmente los historiadores y politólogos del sistema pretenden separarlo de la Tercera Posición justicialista, siendo la realidad que el primer país en romper el orden internacional impuesto tras la Segunda Guerra Mundial fue la Argentina en el año 1946.
Ciertamente el Movimiento de No Alineados nace oficialmente con Perón en el exilio y, por ende, con una Argentina que había cambiado su rumbo; sin embargo, en los hechos sus fundamentos ya habían sido trazados por nuestro país, el cual (a pesar de todo) no dejó de ser su fuerza anímica.
De hecho, el Movimiento de No Alineados propiamente dicho (digamos, el “oficial”), quitó al bloque natural su verdadera esencia; es paradójico, pero es así, los dos puntos básicos que lo caracterizó, a saber: no formar parte de esquemas de seguridad colectiva y no aprobar tratados de cooperación, lo vació de todo contenido real, ya que al despojarlo de todo lineamiento doctrinario y reducirlo a un mero “ni esto ni lo otro”, no hizo mas que hacerlo funcional al imperialismo, ya fuera este anglo-norteamericano o soviético. La lectura que hizo China del “no-alineamiento”, consistente en una alianza entre el mundo segundo con el tercero contra el primero, quitaba a su vez el sentido mismo del término “no alineamiento”.
Es por esto que en los hechos, más allá de lo jurídico, el no alineamiento tuvo que ver con lo fáctico y no con el MONOAL propiamente dicho. Esta existencia fáctica, tercerista, de un bloque de países No Alineados tuvo en Argentina su paternidad y en el peronismo argentino y el nasserismo árabe sus expresiones más puras, en tanto conformaron verdaderamente un Tercer Bloque enfrentado tanto al imperio anglo-norteamericano como al imperio soviético (más allá de la posición que tomase uno y otro: occidental la argentina, oriental la árabe-egipcia)
Esto bien lo leyó la intelligentzia del Poder Mundial y actuó en consecuencia.
De hecho, hay que tener en cuenta que la postura de no alineamiento es la postura natural para la Argentina, ya que su posición Geopolítica así lo determina (6). Y es la Geopolítica una ciencia que se atiene a los hechos, no a las interpretaciones ideologizadas. Por eso cuando la U.R.S.S. se derrumba y el Imperio anglo-norteamericano sionista se lanza a la conquista del orbe, el “think tank” del Departamento de Estado decide establecer sus cabezas de playa en Rusia y Argentina (a Irak, país árabe tercerista, directamente lo invadieron), es que en esto no caben “plumíferos” ni “diletantes”, sino estrategas que hacen del empirismo su método de trabajo, por eso fueron por ambos países en tanto bastiones del segundo y tercer mundo respectivamente. Es esto lo que explica la enorme cantidad de paralelismos y analogías entre los actores y sucesos de uno y otro país durante la infame década del ’90 (7).
No solo fueron análogas las privatizaciones y entregas, también fueron análogas las resistencias a ellas, por ejemplo los fallidos levantamientos militares de corte nacionalista por parte de los “carapintadas” en Argentina y del Ejército Rojo en Rusia, la agitación de los medios de prensa para movilizar a las masas contra dichas asonadas, a punto tal que se vieron, casi en simultaneo, similares imágenes; lo mismo puede decirse de la resistencia de los trabajadores y los sindicatos, en ambos países condenados al ostracismo; etc.
En cuanto a los actores, Menem y Yeltsin son completamente análogos, tanto uno como otro serán recordados en sus respectivos países como los mas despreciables “cipayos” de su historia (8), y en lo que respecta a los “gurús” de la economía, se dio el caso de tener el mismo en ambos países, me refiero a Domingo Cavallo (miembro del Council of Foreign Relations) que estuvo haciendo de las suyas también en Rusia.
Tanto Rusia como Argentina vivieron su proceso de entrega atravesando por dos idénticas etapas: una primera etapa de “fiesta” y “entusiasmo” donde se creía entrar de lleno al “primer mundo”, con idénticas “relaciones carnales” con los EE.UU., en esta etapa tanto Yeltsin como Menem gozaron de inmensa popularidad; luego una segunda etapa de miseria, desencanto, hambre y caos lo cual llevo tanto a uno como otro lacayo a ser odiados por las masas.
No solo un similar endeudamiento fue aplicado a ambos países con el fin de sumirlos en la dependencia, también se aplico sobre ambos el mismo acogotamiento geopolítico: en el caso de Rusia mucho más costoso en vidas que el nuestro, es cierto, pero en ambos casos con similares consecuencias relativas. Los denominados “acuerdos de Madrid” fueron para la Argentina tan catastróficos como lo fue la balcanización de la U.R.S.S. para Rusia. Ambos países fueron demolidos en sus armados geopolítica.
Hasta aquí los paralelismos.
Las divergencias radican en la reacción que ambos países tuvieron ante la borrachera neoliberal de los ’90.
Ya hablé algo al respecto en el capitulo primero: en tanto en la Argentina el proceso de disolución nacional terminó en un estallido popular contra toda la clase política, es decir: en una rebelión de abajo hacia arriba; en Rusia la rebelión fue en la cúspide, es decir, de arriba hacia abajo. Esto determinó que en el caso de Rusia el Estado giró en redondo para recuperar lo perdido, en tanto en el caso argentino, al ponerse fin al proceso neoliberal descarnado con una Rebelión Popular espontánea, careció esta de líderes, de modo tal que no hubo un cambio en su clase política. Esto hizo que en Argentina la dirigencia tan solo haya metamorfoseado su epidermis, limitándose a tomar medidas levemente reformistas.
Rusia, que hace poco más de diez años estaba al borde de ser reducida prácticamente a la nada, se perfila hoy como Potencia Mundial de primerísimo orden, y es sin lugar a dudas la mayor amenaza para el Imperio anglo-norteamericano sionista.
De hecho, el Imperio mundialista contaba con los recursos energéticos de Rusia para hacer realidad su ambición de dominio universal, pero he aquí que Putin se interpuso entre sus planes y hoy el mundo atraviesa por un tembladeral de reordenamiento geopolítico.
Rusia hoy se encuentra de pie, unida bajo el liderazgo de un caudillo popular nacionalista (el nombre de su partido, “Rusia Unida”, es un manifiesto en si mismo) equidistante tanto del liberalismo como del comunismo, aliado fuertemente a sus Fuerzas Armadas y la Iglesia Ortodoxa Rusa, decidido a conformar “Eurasia”, posicionando en ella a Rusia como “Heartland”. Es decir: dinamita pura para el Imperio mundialista.
Argentina por su parte se niega a retomar su camino, el cual nunca debió dejar y que hoy la nueva situación mundial le facilita en bandeja. Esto se debe no solo al cipayismo que sigue enquistado en su capa dirigente, sino también a su total incompetencia. En nuestro país pareciera que no hay nadie que entienda la política de nuestro tiempo, ni siquiera que se de cuenta de la magnitud de los cambios por los que la humanidad atraviesa. Acá se sigue hablando de temas totalmente superados y anacrónicos. No hay política, sino corrupción y politiquería... y para colmo de males, del siglo XIX.
Agrava aun mas el panorama tener en cuenta que esta es la tierra de Juan Perón, quien además de estadista, fue casi un profeta que hablaba y actuaba para el siglo XXI; hoy prácticamente todo aquello que avizoró hace cuarenta, cincuenta y hasta sesenta años atrás, se está cumpliendo a rajatabla en el mundo.
Decía Perón que por este tiempo las potencias industrializadas habrían agotado ya sus reservas y que irían a buscarlas a los países subdesarrollados “por las buenas o las malas”, la verdad es que nadie le creyó en su momento, pero es exactamente lo que esta sucediendo ahora.
Habló Perón de la “tragedia del dólar”, dijo que no podría sostenerse en el tiempo, hoy el dólar se tambalea y con el, el mundo.
Advirtió Perón que si el continente sudamericano no se unía geopolíticamente, el 2000 lo encontraría dominado, no erró.
Señaló también que el individualismo y el materialismo llevarían a la humanidad a la ruina, y esto es algo que hoy todos vivimos y nadie puede discutirlo.
Pero la mayor de sus profecías fue su Doctrina: el comunismo ya murió hace veinte años, en tanto el capitalismo amenaza con derrumbarse y acompañarlo a la tumba: hoy la Tercera Posición se levanta con enorme signo de autoridad.
Son varios los estadistas de otros países que comienzan a andar el camino trazado por Perón sin siquiera nombrarlo… y nosotros aquí, en su tierra, petrificados en la nada misma de ideologías caducas de hace dos siglos atrás, perdidos en el estrabismo de una clase dirigente estúpida, una prensa descaradamente antipatria y un Pueblo desencantado, descreído, casi vencido.
¿Cómo es posible?
¿Cuántos años hemos perdido?
¿A dónde estaríamos hoy como Nación, de no haber desviado nuestro camino?
Una cosa es segura: no fue culpa del Pueblo.
El Pueblo argentino fue duramente reprimido, en su voluntad, en sus anhelos, en su camino.
No fue por el Pueblo argentino que nuestro país torció su destino, sino por la oligarquía cipaya vendida al oro enemigo.
Hoy, nuestro país está sumido en la ignominia de estar gobernado por aquellos imberbes estúpidos que se entrenaban en Cuba para aquí matar argentinos. Esos mismos imberbes estúpidos, también vendidos al oro extranjero, que lucharon contra Perón desde la izquierda en concierto con quienes lo hicieron desde la derecha. Ese fue el signo del golpe antipatria de 1976, que ahora todo el zurdaje quiere atesorar en supuesto papel de víctima, olvidando que todos ellos estuvieron de acuerdo con ese golpe (¿será por eso que declararon feriado el 24 de febrero?).
Así como el objetivo del golpe de 1955 fue voltear a Perón, el objetivo del golpe de 1976 fue voltear al peronismo, vaciarlo de contenido, aniquilarlo en su Doctrina, para eso sumieron al país en un reguero de pólvora y sangre. Esta seudo-democracia bastarda se apoya sobre la proscripción del Pueblo argentino, huérfano de toda representación ante “radicales” y “pejotistas” (que ni a Yrigoyen ni a Perón llevan en sus listas) y casi setecientos partidos que destrozan al país en pedacitos.
Perón fue una Revolución, pero una Revolución en serio, por ende opuesta a todo el sistema decimonónico burgués y marxista y su falsa concepción materialista economicista del hombre; como Revolución Verdadera intentó retornar al Orden Natural Comunitario y fue adelantada a su tiempo en el mundo, por eso el Poder Mundial arrojo todo su poder sobre esta Revolución, y así en nuestro país el sistema logro prevalecer a fuerza de caos, sangre, terror y mentiras… pero he aquí que ahora en el mundo ese sistema se cae, y queda acá una clase política desfasada sobre la cual se cernirá una tormenta, porque la fuerza de los tiempos no puede ser detenida.
Perón también habló de La hora de los Pueblos… esa hora ya está sonando en el mundo.

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