sábado, 29 de agosto de 2015

Narcotráfico S.A., la nueva guerra del opio

 Lindon LaRouche


http://www.aporrea.org/actualidad/a6567.html  Texto completo introductorio

Introducción

En los siguientes párrafos resumiremos, un poco libremente pero sin afectar su contenido, el libro “Narcotráfico S.A. La Nueva Guerra del Opio”.

La primera edición (en inglés) fue encargada en Septiembre de 1978 por Lindón H. LaRouche, fundador de Executive Intelligence Review. Bajo su dirección cientos de investigadores en el mundo entero indagaron sobre el negocio del narcotráfico hasta llegar a sus orígenes.

En aquella época, LaRouche y sus colaboradores iniciaban una campaña internacional contra el hampa y el tráfico de drogas. La columna vertebral del libro fue el informe “ A National Strategy to Control Crime” que LaRouche publicó en octubre de 1978. En 1985 apareció la segunda edición (en español) que ahora tengo ante mis ojos.

He tenido que leerlo tres o cuatro veces y todavía no salgo de mi asombro. ¿Hasta que punto vivimos, los comunes mortales, en un mundo de fantasía? ¿Es la visión que tenemos del mundo, una imagen agrandada y mejorada, al mejor estilo de Hollywood?

No quiero avanzar demasiado sobre las conclusiones a las que Usted, lector, seguramente llegará, tal como yo lo hice.

Comencemos diciendo que el libro en cuestión está dividido en cinco partes:

Parte I. Gran Bretaña y la Primera Guerra del Opio.

Parte II. Cómo funciona el imperio de las drogas.

Parte III. La trampa de la deuda y la narco-economía en Iberoamérica.

Parte IV. El hampa y la mafia nazi-comunista

Parte V. Los orígenes británicos de la contracultura.

La Compañía Británica de las Indias Orientales‏


https://factoriahistorica.wordpress.com/2011/07/10/la-compania-britanica-de-las-indias-orientales%E2%80%8F/

En el siglo XVI se establecieron en la India, región histórica por sus rutas comerciales y sus grandes Imperios (además de ser el séptimo país más extenso del mundo y el segundo más poblado, por detrás de China) varias potencias europeas como Portugal, Países Bajos, Francia o Reino Unido, implantando puestos comerciales y más tarde colonias…



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Por Vir Covi

En 1856 este país del sur de Asia estaba en su mayoría bajo el control de la Compañía Británica de las Indias Orientales, una sociedad de inversores fundada por un grupo de influyentes hombres de negocios que en 1600 obtuvo de la reina Isabel I de Inglaterra el permiso exclusivo para comerciar con la India durante 15 años y después por tiempo indefinido, pasando de ser una simple unión comercial a una empresa que gobernaría tácitamente la India hasta su disolución en 1858, con sus negocios centrados en el algodón, la seda, los tintes y el té, además de iniciar incursiones en el comercio de las especias, hasta entonces monopolizado por Holanda.



En 1670 y dando un paso más, Carlos II le concedió el derecho a la adquisición de territorios autónomos, la acuñación de moneda, firmar alianzas, declarar la guerra y hacer la paz en los territorios adquiridos en la India y el derecho de capitanear ejércitos cuyos soldados eran llamados casacas rojas por los uniformes rojos que les hacían fácilmente distinguibles y que además cubrían la sangre de las heridas, dando la sensación de ser invencibles, uniforme que adoptaría también el ejército británico como distintivo de su poder.



En 1689 la Compañía era casi un estado dentro de la India Oriental pero en 1813 quedó privada de su monopolio y dos décadas después, del comercio de té en China, teniendo lugar en 1857 un acontecimiento fundamental, la Primera Guerra de Independencia cuyo detonante fue el uso de grasa de cerdo o vaca en los cartuchos de los rifles. Como los indios tenían que morderlos en los extremos para usarlos, los soldados lo consideraron una ofensa contra sus creencias, pues el simple contacto con la grasa les hacía intocables para su pueblo, lo que motivó que varios regimientos se rebelaran contra los británicos y aunque fueron dominados sin dificultad, se decidió que para administrar mejor el territorio, la India sería gobernada directamente por la Corona británica, disolviéndose así la Compañía y pasando todas sus posesiones a la Corona. Los siguientes años se caracterizaron por las manifestaciones independentistas y la emersión de líderes que alentarían el orgullo y el patriotismo indio, el más conocido Gandhi, cuya simplicidad cautivó a millones de indios que le empezaron a llamar Mahatma o Alma Grande y que vieron cumplido su sueño de independencia en 1947, tras una lucha marcada por un movimiento de no violencia.[1]

viernes, 28 de agosto de 2015

NEOLIBERALISMO, PLAN MORGENTHAU Y OTRAS ACCIONES DE DESTRUCCIÓN SISTEMÁTICA DE LOS ESTADOS 


http://caoenergia.blogspot.com.ar/2015/08/neoliberalismo-plan-morgenthau-y-otras.html

Siendo muy difícil acceder a documentaciones probatorias, es válido el método historicista de analizar los hechos y las distintas manifestaciones de los actores relevantes o incluso relativamente secundarios, que tuvieron incidencia en los temas investigados, las acciones de colonización explícita o implícita, e incluso las de destrucción lisa y llana de Estados díscolos o muy molestos. En tal sentido, cabe evaluar coincidencias y discrepancias, así sean de grados, por parte de varios tipos de acciones político-económicas. a) La inducción al subdesarrollo en los países de economías primarias, por parte del liberalismo económico, es una realidad históricamente probada. Permitió las “soberanías formales” de los países de Sudamérica, pero manejando desde la potencia imperial de turno, claramente todos los resortes del poder. Quienes no se sometieron a dicha doctrina, implementando medidas económicas activas y proteccionistas, lograron salir del subdesarrollo y pasar al estadio industrial – tecnológico – desarrollado. Abundan ejemplos: EEUU, Japón, Alemania, Francia, Bélgica en el siglo XIX; Canadá, Australia, Corea del Sur, etc., en el siglo XX; los países del BRICS y otros emergentes, entre fines del siglo XX y lo que va del XXI. Todos ellos primero fueron transgresores a las “sacrosantas” leyes liberales, pero al fortalecerse, casi todos ellos se convirtieron en liberales…hacia afuera, pero proteccionistas hacia adentro. b) El neoliberalismo aplicó métodos mucho más severos, para “domesticar” a los países, hacer tabla rasa con sus economías y sociedades, mediante presiones financieras brutales y otras medidas de sometimiento neocolonialista a favor de los poderes transnacionales que buscan la globalización a ultranza, demoliendo todo atisbo de poder de los Estados Naciones. Tiende a limar y hacer desaparecer todo atisbo de soberanía, de los Estados sometidos. c) El Plan Morgenthau supuestamente solo fue aplicado por breve tiempo en la Alemania de posguerra. Su formato consiste en trabar todo, involucionando los países atacados a sus estados más primitivos y carentes de toda esperanza, desarticulándolos completamente, e incluso fomentando sus balcanizaciones en mini Estados inviables y enfrentados a muerte entre si. Fue lo acaecido en Yugoeslavia, Iraq, Libia, actualmente en Siria (en todos esos casos mediante el uso de violencia militar); mientras que en la Rusia Postsoviética antes de la Era Putin, y en la Argentina de los siniestros años ’90, el formato aplicado fue el de las guerras blandas, pero con severísimas acciones al estilo Morgenthau, de destrucción social y demolición económica perpetrada por el sector financiero especulativo, y el soporte de diversas ONGs transnacionales, además de otros actores internos cómplices de las acciones de terrorismo mediático, económico y político. d) Los ataques mediáticos y otros formatos combinados de guerras blandas, van más allá de las “revoluciones de colores” que afectaron “espontáneamente” el arco de países árabes norafricanos y del medio oriente, además de Ucrania. Ahora este formato está recrudeciendo, sofisticado y “mejorado”, en Íbero América, claramente con fines destituyentes contra todos los gobiernos no alineados automáticamente con EEUU y la UE, y con el neoliberalismo rampante del formato de “tratados de libre comercio”. Por supuesto, las agresiones desarrolladas por las potencias imperiales, muchas veces solapan varias de las cuatro metodologías expuestas precedentemente. No vigente hoy, ante el colapso mundial del comunismo, las diversas acciones de violencia ideológica y física, desarrolladas por marxistas diversos, trotskistas, anarquistas y otros odiadores seriales del “progresismo” que casi siempre terminó siendo funcional a los intereses de las potencias “capitalistas”; no se incluyen en el listado precedente por su anacronismo, pero hoy sus cultores por regla general terminan siendo marionetas funcionales a los dictados del establishment financiero transnacional, y sus operadores internos. Sin desconocer las muy nocivas consecuencias del neoliberalismo, queda claro que el “formato” del Plan Morgenthau es mucho más perversamente destructivo, pues su aplicación implica involución forzosa y destrucción sistemática del entramado social, político y económico, desarticulación del país atacado y arrasar con todas las actividades económicas, excepto las “toleradas” de economía primaria; todo eso buscando el desmadre generalizado y la balcanización y desintegración forzosa del Estado agredido. Se aplicó brevemente en la Alemania de posguerra y en la Argentina de los terribles años ’90 del siglo XX, cuando estuvimos a un paso de la disolución nacional, fomentada claramente por personeros del establishment financiero transnacional, como dos economistas ultra liberales del MIT (Massachusetts Institute of Technology), Rudiger Dornbusch y Ricardo Caballero, que formalmente propusieron que Argentina sea “intervenida” y que se nombren administradores externos. ¡Todo un esquema de neocolonialismo financiero, expuesto en 2002! Pero hubo otros ataques, implementados bajo formatos similares, contra otros Estados que resultaban “molestos” o que “debían servir de escarmiento” para quienes volvieran a osar tener Políticas de Estado propias y no subordinadas a los dictados del neocolonialismo financiero-militar vigente en el siglo XXI. La Rusia postsoviética, hasta el comienzo de la Era Putin, mostraba todos los síntomas de una nación carcomida aceleradamente por el cáncer financiero impuesto por las políticas neoliberales, y en claro proceso de desmembramiento territorial y fragmentación cultural (en esto último por las acciones de grupos violentos del fundamentalismo islámico). ¡Era el Plan Morgenthau en formato ruso! En un formato similar parecen encuadrar las continuas agresiones que soporta Venezuela, sin duda otro país “molesto” al establishment financiero transnacional. A diferencia de lo padecido por Argentina, Rusia y Venezuela, que no soportaron agresiones armadas directas junto a los ataques económico-financieros y políticos; distintos fueron los formatos aplicados en Yugoeslavia, Libia, Iraq, Siria, en cierto modo Ucrania, y en varios países del África Sudsahariana; naciones Estados en cuyos casos las agresiones o intervenciones militares neocolonialistas han sido desembozadamente perpetradas. ¡Todo parece indicar que son versiones militarizadas y actualizadas de aquel Plan Morgenthau de mediados de los años ’40 del siglo XX!

EL PLAN MORGENTHAU – HAMBRE, MISERIA Y DESOLACIÓN A LA CARTA 

http://caoenergia.blogspot.com.ar/2015/04/capacidad-de-disuasiondespues-de-la.html

Poco mencionado por historiadores y geopolíticos, y prácticamente desconocido, salvo por unos pocos estudiosos del tema, es el oscuro Plan Morgenthau, redactado por el Secretario del Tesoro de EEUU, Henry Morgenthau, poco antes del ya previsible final de la segunda guerra mundial. Era un meticulosamente pensado y siniestro programa, a aplicarse en Alemania ya derrotada, adicional a los horrores de la guerra, que sería el corolario de la cruel sumatoria de aberraciones de todo tipo contra la humanidad, perpetrados en esa horrorosa guerra que hizo palidecer como “conflictos menores” a todas las guerras precedentes conocidas, ocurridas desde los albores de la historia. Claramente cargado de rencoroso revanchismo, y como medida extrema para evitar el previsible resurgimiento económico germano, el Plan Morgenthau estipulaba las múltiples medidas coercitivas, que con mano de hierro debían ser impuestas al pueblo alemán, para cortar de cuajo toda posibilidad de efectiva reorganización social, política y económica; de industrialización y desarrollo tecnológico; manteniendo a la gente sumida en miseria y la desesperanza crónica, destruyendo la autoestima nacional y forzando a la población a emigrar o a subsistir malamente en un entorno de desocupación, hambre y miseria crónica. Constituía la implementación de una vasta y sutil red de impedimentos de todo tipo, sobre todo financieros, que hicieran inviable todo proyecto de recuperación socio-económica; sostenido por acciones de zapa, de guerra psicológica, para minar la moral de ese pueblo, por entonces muy castigado, como otros que soportaron las crueldades de la guerra en su propio territorio. Era una versión mucho más sutil y “refinada” del brutal Pacto de Versalles, instrumento revanchista que fuera impuesto por los diplomáticos de Francia y Gran Bretaña, al fin de la primera guerra mundial, ante la pasividad o inacción del otro gran referente, que era el entonces presidente de Estados Unidos. Claro que nadie desconoce que las humillantes condiciones de Versalles, crearon las condiciones para incubar el odio que dos décadas después sería una de las causas del otro conflicto mundial. Pero aparentemente no fue esa lección histórica la que hizo dejar sin efecto el Plan Morgenthau, sino el comienzo de la Guerra fría, que cambió drásticamente el orden de prioridades de EEUU y de sus aliados/subordinados europeos vencedores en 1945. Fue entonces, ante la amenaza soviética, la crisis de Berlín y el desarrollo ruso de la bomba atómica, que con prontitud se implementó el Plan Marshall, lo opuesto al genocida Plan Morgenthau, extensivo a toda Europa Occidental. Fue el poderoso impulso inicial, para lo que después sería llamado “el milagro alemán”. Por cierto el resurgimiento socio económico fue general en la Europa Occidental azotada por la guerra, marginando a los “parias” de entonces, como España y Portugal, castigados por no haber hecho su aporte de sangre a favor de los aliados, al permanecer neutrales. Poco después nació la Comunidad Europea del Carbón y del Acero (CECA), asociando a Francia y Alemania, que a su vez fue el punto de partida del Mercado Común Europeo, cuya evolución y metamorfosis llegó a la actual Unión Europea. Pero eso ya es otro tema. El Plan Morgenthau quedaba invalidado…para ser aplicado en detrimento de los países “correctos” del Primer Mundo; pero podía ser resucitado, cuan hidra de mil cabezas, en contra de “díscolos” del resto del mundo, tal como lo harían en casos puntuales extremos de naciones “molestas”, como se hizo con añadidos bélicos contra Yugoeslavia, luego contra Libia, Iraq y actualmente contra Siria; en una versión sin agresión militar contra Argentina en los ‘90, y tal como lo quieren implementar ahora otra vez contra nosotros, entre otros casos de guerras blandas persistentes. Esto en particular, el Plan Morgenthau, reeditado contra Argentina, será desarrollado en otro artículo.

sábado, 15 de agosto de 2015

Invasiones inglesas y la formación de la conciencia nacional


http://www.ncn.com.ar/invasiones-inglesas-y-la-formacion-de-la-conciencia-nacional/

12 de agosto de 1806.
LA RECONQUISTA


Eran las 22,30 del martes 24 de junio de 1806; el Virrey del Río de la Plata, Rafael de Sobremonte se encontraba en un agasajo; en la Casa de Comedias. Hasta allí llegó un parte enviado por el comandante del puerto y del fuerte, Don Santiago de Liniers.
Las noticias eran graves puesto que recibida la notificación, el virrey abandonó de inmediato el teatro y se dirigió rápidamente a la Fortaleza. Una vez allí ordenó que por señales de faroles se alertara a las cañoneras y demás navíos que se encontraban fondeados en el estuario y comisionó una partida hacia Quilmes para que lo mantuviera informado de todo lo que acontecía.
La alarmante noticia no era otra que el avistaje de una flota inglesa bajo las órdenes del comodoro Popham, con una fuerza expedicionaria comandada por Beresford. Uno de los buques agresores quedó varado, producto de lo cambiante de las corrientes del río y tuvo que ser aligerado de peso para poder ponerlo nuevamente a flote. Los pertrechos y parte de la tripulación fueron trasladados hacia un buque llamado Encounter que navegó hacia Ensenada, pretendiendo desembarcar allí, lo que les fue imposible por la resistencia que encontraron desde la costa. Este episodio sirvió para alertar a los patriotas de lo inminente de un ataque extranjero, y precisamente esto es lo que Liniers comunicó a Sobremonte.
La peor de las sospechas se confirmó con las primeras luces del 25 de junio. Varias embarcaciones inglesas se situaban en línea frente a la ciudad emprendiendo viaje hacia el puerto de Quilmes.
La fuerza agresora estaba compuesta por 1641 hombres, de los cuales 1046 eran de infantería. A su vez 864 de estos pertenecían al Regimiento 71 de Highland Light Infantry y 182 al Regimiento Santa Elena; 7 eran de caballería, del Regimiento de Dragones N. 20; 36 de la Artillería Real y 102 de la Artillería de Santa Elena, con un total de 8 piezas; 340 infantes de marina; 100 marineros; 7 miembros del Estado Mayor y 3 ingenieros.
La presencia de semejante fuerza atacante sumía a toda la población en un estado que oscilaba entre la rabia y la desesperación. Más en la extraña personalidad de Sobremonte, recorría el interior de su ser, un sentimiento de reproche hacia sí mismo por no haber prestado atención alguna al aviso que oportunamente le hiciera llegar el gobernador de Montevideo, brigadier Pascual Ruiz Huidobro.
En un breve lapso de tiempo, la noticia de la presencia invasora, corrió por la ciudad toda, y tanto la Plaza como el Fuerte se poblaron de centenares de exaltados vecinos que reclamaban armas para repeler la agresión.
Sin embargo, y a pesar de sus cavilaciones, el virrey siguió sin estar a la altura que las circunstancias demandaban. Una vez que hubo regresado a la Fortaleza, se dedicó a reunir los caudales públicos mandándolos cargar en una tropa de carretas custodiadas con una fuerte escolta, ordenando a la misma poner rumbo al interior. La negligente autoridad se preocupaba más por el dinero que por la defensa de la ciudad.
Durante las primeras horas del día 26 las tropas inglesas iniciaron la marcha hacia el Fuerte de Buenos Aires. A las 11 de la mañana el ejército invasor, en orden de batalla, iniciaba el movimiento hacia lo alto de la barranca de Quilmes. Allí recibieron fuego de artillería de algunos defensores que no consiguieron frenar el avance británico. Este continuó hasta una de las riberas del Riachuelo, donde se encontraban fuerzas patriotas que allí se habían reagrupado. Ubicadas las dos tropas en ambas riberas, mantuvieron un intenso intercambio de disparos.
En la madrugada del 27, Beresford hizo reconocer la margen sur del Riachuelo, para identificar las posiciones de los defensores. Del informe recibido supo que la defensa se había preparado ocupando casas, los cercos de tunas y también las embarcaciones amarradas en la costa. A las siete de la mañana se inició el cañoneo británico a las posiciones criollas. Durante media hora se mantuvo un fuerte intercambio de fuego de artillería y de fusilería, siendo más eficaz el de los ingleses.
En las acciones narradas, los defensores sufrieron 10 bajas y los ingleses un marinero muerto, 10 soldados heridos y el capitán Le Blanc del Regimiento 71, que perdió una pierna a causa de una bala de cañón.
En la mañana del 27, Sobremonte ordenó formar a los 900 hombres de la caballería de Arce y con estas fuerzas se acercó hasta el Riachuelo, un poco más al noroeste del destruido puente de Gálvez, en dirección al paso de Burgos, con intención de franquear el curso de agua y caer sobre las espaldas de los invasores, mientras estos eran aferrados por la defensa del río. Sin embargo; al escuchar desde las barrancas el fuerte cañoneo y observar el cruce de los ingleses y la retirada de la propia tropa, cambió abruptamente de parecer. Sorprendiendo a propios y extraños, ordenó contramarchar en dirección a la ciudad, imaginando entonces sus tropas que desde allí encabezaría una resistencia heroica, pero al llegar a la Plaza Mayor indicó enfilar por la calle de las Torres (hoy avenida Rivadavia) en dirección a los corrales de Miserere (inmediaciones de la actual Plaza Once), y desde allí, alejándose siempre del casco urbano, tomar rumbo al oeste hacia el Monte de Castro (barrio de Floresta), punto en el que luego se le reunió su familia. Al tiempo que designaba al brigadier José Ignacio de la Quintana jefe de la plaza de Buenos Aires en sustitución de Pérez Brito, anunciaba que todos marcharían con destino a Córdoba.
Mientras el Virrey se replegaba, las fuerzas de Beresford habían completado el pasaje del Riachuelo y concentrados en Barracas enviaron sus exigencias relativas a la capitulación de la ciudad.
La noticia de la intimación de la rendición generó desasosiego e impotencia; ya que lo cierto es que, la ciudad capitulaba según ordenes expresas de la autoridad virreinal. Los ingleses demostraron su afición por la rapiña manifestando que aceptarían condiciones para la rendición pero que era excluyente y no negociable la entrega de los caudales reales del Virreinato. Finalmente la capitulación se formalizó en el mismo Fuerte de Buenos Aires alrededor de las cuatro de la tarde de ese día.
Bajo una intensa llovizna, pasadas las tres de la tarde del 27 de junio de 1806 la cabeza de columna de los invasores, marchando siempre por la calle de Santo Domingo, hizo su aparición en la Plaza Mayor, y ocupó la Fortaleza. Cerrados cafés y pulperías, entornadas las ventanas, todo aparecía vacío y silencioso, y solo transitaban por las mojadas veredas algunos grupos de curiosos.
Pero la mayor humillación estaba todavía pendiente, y los aún sorprendidos habitantes de la ciudad tomada vieron como a media mañana del sábado 28 era arriado del mástil el pabellón del Rey, izándose al tope la bandera inglesa.
En tanto; en la Villa de Luján era incautado el tesoro real, que sumaba 1.086.208 pesos de la época (es decir, unos 27 millones de dólares de la actualidad).
Pero no todo sería “color de rosa” para la Pérfida Albión. Su agresión, digna de piratería, no sería gratuita.
Desde el mismo momento de la entrada de los invasores a la ciudad, comenzó a forjarse la Resistencia. Desgraciadamente, esto no impidió el colaboracionismo de unos pocos traidores a la Patria que recibieron con pleitesía a los ingleses. Por fortuna, se trató de casos puntuales ya que la mayoría de la población los veía con desprecio por reunir la doble calidad de invasores y herejes.
El núcleo de los resistentes lo constituyeron Felipe Sentenach, José Fornaguera, Tomás Valencia, Juan Martín de Pueyrredón, Francisco Trelles, Ruiz Huidobro, Martín de Alzaga (quién financió gran parte de los gastos de la Reconquista), José Francia y Pedro Miguel Anzoátegui, quienes planearon constituir un punto fuerte, distante de la ciudad y reunir allí un ejército. A tales efectos se alquiló una chacra que luego sería conocida con el célebre nombre de “Perdriel”.
Juan Martín de Pueyrredón por iniciativa propia y acompañado de amigos y patriotas cruzó a la Banda Oriental para conferenciar con Ruiz Huidobro (gobernador de Montevideo) y obtuvo un exhorto para convocar a todos los que desearen revistar como milicianos. La actuación de Pueyrredón, junto a la de Alzaga y Liniers, fue de las más destacadas hasta la expulsión de los ingleses.
La organización del plan de reconquista no careció de dificultades, ya que Beresford tenía espías en la ciudad que lo informaban de los movimientos patriotas; en particular de lo que acontecía en Perdriel. Sin dudarlo, el inglés pasó a la ofensiva, y al mando de 50 hombres del Regimiento de Santa Elena, más 500 efectivos del 71 de Escoceses cargó contra los criollos. No dejándose amedrentar; Pueyrredón, seguido de 12 jinetes se lanzó furioso sobre el ala izquierda inglesa capturando un carro cargado de municiones. En dicha acción una bala de cañón mató al caballo de Pueyrredón quién pudo levantarse de la rodada pero quedó de pie e indefenso frente a un grupo de ingleses que corrieron hacia él para ultimarlo. Afortunadamente, uno de sus hombres lo rescató de tan delicada situación alzándolo sobre la grupa de su caballo, escapando a todo galope. El incidente de Perdriel había durado una hora y cuarto, y el saldo del combate fueron 3 muertos y 4 heridos entre las propias fuerzas, y más de 20 bajas inglesas, entre heridos y fallecidos. Luego de la escaramuza, los hombres de Pueyrredón se reagruparon para integrarse a las fuerzas de Liniers que llegarían a la brevedad.
Frente a lo difícil y anárquico de la situación, Liniers fue el hombre que puso orden y organización entre los patriotas. Habiendo juramentado en el convento de Santo Domingo frente al prior Fray Gregorio Torres quien se encontraba preso allí mismo: “Estoy resuelto a hacerlo, reverendo padre….he hecho ante la imagen sagrada de la Virgen un voto solemne…le ofreceré las banderas que tome a los británicos si la victoria nos acompaña…”; se disponía a cumplir con su promesa.
Pueden sintetizarse los planes para la reconquista en tres proyectos. Uno liderado por el hasta entonces Virrey Sobremonte, pero se lo dejó de lado por el enorme disgusto que el pueblo criollo tenía para con él, por su accionar durante el ataque inglés. Otro de los planes era el liderado por Pascual Ruiz Huidobro, que se combinaba a su vez con el tercer proyecto; el de la insurrección en la ciudad, con el pueblo como protagonista.
Durante los días subsiguientes, Liniers se puso al tanto de los trabajos de resistencia e insurrección que en la ciudad llevaba a cabo Martín de Alzaga y su gente. Este contaba con la ayuda del obispo Lué y la cooperación del clero quienes fomentaban las deserciones entre los ingleses.
En Buenos Aires, el usurpador gobernador inglés, General Beresford, intentaba ganarse el apoyo y la simpatía del pueblo. De todos modos, el amor a la tierra no era susceptible de compra y las actividades conspirativas continuaban su camino. La más importante y sobresaliente era la que lideraba la gente de Martín de Alzaga, el “plan de minas”, cuyo objetivo era hacer volar los dos emplazamientos principales ingleses: el Fuerte y el cuartel de Ranchería.
Para finales de julio, Liniers contaba con alrededor de 1000 hombres con sus caballadas respectivas.
El día 4 de agosto, en el fondeadero del puerto Las Conchas, desembarcaron Liniers y sus hombres. También bajaron allí 300 marineros de la flotilla, bajo el mando del Brigadier Juan Gutiérrez de la Concha. Estos hombres pasaron a engrosar las filas de Liniers. ¡Comenzaba, al fin, la marcha hacia la ciudad! Los soldados emprendieron el avance entre medio de una copiosa lluvia, que dejaba anegados los caminos. Pero las inclemencias meteorológicas no detuvieron el paso de los patriotas. Recorrieron distancias con firmeza y abnegación hasta que el día 8, Liniers resolvió parar en San Isidro. Dos días después, alcanzaron los Corrales de Miserere (hoy conocida como Plaza Once). Beresford no pudo salir a su encuentro en ningún momento debido al barrial en que se transformaba la tierra. Tan difícil era el tránsito que sólo podía hacerse a pie. Consideraba que en esas condiciones mejor era esperar en la ciudad. Allí la hostilidad hacia los ocupantes, lejos de disminuir, crecía. Negocios y pulperías cerraban sus puertas. Los alimentos empezaban a escasear. Beresford sabía que tal como estaban las cosas no podía resistir mucho tiempo, y más temprano que tarde, no le quedaría ninguna escapatoria. Esto lo llevaba a pensar en retirarse a través del Riachuelo en dirección al puerto de la Ensenada, y una vez allí embarcarse en los buques de Pophman.
Esa misma tarde Liniers arribaba a Miserere y enviaba al fuerte un emisario. Era el Capitán Hilario de la Quintana. Este presentó ante Beresford una intimación de rendición. La misma fue rechazada. Simultáneamente, Liniers y sus hombres avanzaban hacia el Retiro por el flanco, y a su paso ocurría un emotivo hecho: multitudes de personas se unían a sus columnas exigiendo armas. El pueblo quería expulsar a los ingleses de su ciudad.
El 11 de agosto, Liniers alcanzaba el Retiro. En los días anteriores, Martín Rodríguez ya había entrado a la ciudad por diversos puntos. Las tropas inglesas que intentaban defender esa posición fueron barridas por completo (quince soldados defendían el arsenal: ocho murieron, cinco fueron heridos y dos cayeron prisioneros). A esta altura parecía que Beresford y la ocupación inglesa tenían su final escrito. Todos sus puestos de avanzada habían caído de a uno, la población le era hostil, y había perdido el destacamento del Retiro. Esa noche se reunió con Popham, y decidieron evacuar a los soldados y retirarse. Pero Liniers, junto a sus tropas y a los ciudadanos que habían tomado las armas lo impidieron. Al día siguiente, 12 de agosto, las fuerzas patriotas avanzaron hacia la Plaza Mayor. El odio al invasor era tan grande, y las ganas de recuperar lo propio tan impostergables que ya no podía controlar a sus soldados, que mezclados con la muchedumbre que peleaba a su lado, no escuchaban las órdenes que emanaban sus superiores.
Al frente de la Plaza Mayor, debajo de la recova, estaba Beresford. El hombre que pensaba retirarse y huir, ahora estaba obligado a dar batalla. Las descargas de la fuerza reconquistadora abrían brechas entre los soldados ingleses. A los pies del mismísimo Beresford, cayó su ayudante, el capitán Kennet. Es en ese instante que comprendió que ya no quedaba nada por hacer, que todo estaba perdido. Se replegó hacia el interior del fuerte y ordenó que enarbolaran la bandera de parlamento. Hasta allí llegaron las tropas y el pueblo con sus armas. No querían detenerse. Pensaban entrar al fuerte si era necesario.
Una criolla, Manuela Pedraza (“la tucumana”), peleaba al lado de su marido y mataba a un soldado inglés con sus propias manos, estrangulando al cuello de éste. Liniers la nombraría alférez al entregarle el fusil del invasor ultimado.
Entre vivas y mueras del pueblo, arribó al fuerte Hilarión de la Quintana. Era el enviado a negociar la rendición inglesa. Esta debía ser sin ninguna condición. Ante el temor que invadía a Beresford el ver a las tropas y a la muchedumbre enardecida; aceptó izar la bandera española antes de rendirse formalmente. Luego de esto Beresford salió del fuerte acompañado por Quintana y se encontró con el triunfador Liniers. El encuentro fue breve. Abrazo y pocas palabras. Se acordó que las tropas inglesas debían abandonar el fuerte y depositar sus armas a pie de la galería del Cabildo.
Las armas enemigas, como así también sus banderas y estandartes, yacían en el piso de la heroica Buenos Aires. Comenzaba a latir una conciencia nacional que se vería confirmada unos años más tarde cuando este mismo pueblo coronaba su independencia.
Eran las 3 de la tarde del día 12 de agosto. Desfilaban por última vez en dirección a sus buques las tropas inglesas. Dejaban detrás suyo un río de sangre e ignominia que costó la vida de 84 patriotas, y más de 119 heridos. Embarcaban y se marchaban hacia Montevideo. Era la victoria del pueblo y su caudillo. Liniers era el héroe de la reconquista. Los ingleses se habían ido. Sin embargo, su sed de conquista haría que al año siguiente volvieran a intentar la toma de la ciudad, con resultado idénticamente negativo.



*FEDERICO GASTON ADDISI es dirigente justicialista (historiador y escritor), director de Cultura de la Fundación Rucci en CGT, miembro del Instituto de Revisionismo Historico J. M. de Rosas, miembro del Instituto de Filosofía INFIP, diplomado en Antropología Cristiana (FASTA) y diplomado en Relaciones Internaciones (UAI).

sábado, 8 de agosto de 2015

Las horribles consecuencias de los experimentos secretos realizados en humanos por los británicos

Una nueva investigación ha desvelado que miles de «voluntarios» fueron intoxicados con gas sarín o drogas experimentales desde 1939


http://www.abc.es/cultura/20150808/abci-repercusiones-guerra-mundial-experimentos-201508081739.html

Las horribles consecuencias de los experimentos secretos realizados en humanos por los británicos
LOUIS HUGELMANN

Algunos pacientes fallecieron y otros fueron inducidos a la demencia momentánea. Varios pilotos de la RAF fueron víctimas de ello
Ha pasado poco más de un mes desde que una novedosa investigación histórica desveló que el gobierno de Gran Bretaña utilizó, durante la Guerra Fría, a miles de sus ciudadanos como cobayas humanas para probar todo tipo de sustancias potencialmente peligrosas. Todo ello, sin su consentimiento y causando severos daños en su salud. No obstante, ahora acaba de ser desvelado también qué pruebas se realizaron sobre multitud de militares en Wiltshire, los cuales fueron expuestos a sustancias como gas sarín o ántrax sin saberlo, desde la Segunda Guerra Mundial.

Así lo afirma un nuevo libro («Ciencia Secreta: Un siglo de guerras, veneno y experimentos humanos») del que se ha hecho eco la versión digital del «Daily Mail». Este, a su vez, explica las terribles repercusiones que sufrieron estos improvisados sujetos de pruebas tras los experimentos. Entre ellas, destacan algunas tan impactantes como las de un joven inglés que estuvo convulsionando durante varios minutos u otro que, después de que le fuera inyectada una droga «incapacitante» en el cerebro, estuvo hablando cuatro horas con un amigo de su escuela que había fallecido cuatro años antes.

Concretamente, la investigación ha desvelado las pruebas que los científicos británicos realizaron sobre más de 21.000 militares de su país desde 1939 (al comienzo de la Segunda Guerra Mundial) hasta 1989 en un centro científico de Wiltshire. Estas fueron promovidas por el Ministerio de Defensa, que hizo hincapié en que a los «voluntarios» no se les debían explicar las posibles repercusiones. Con todo, los investigadores creían por entonces que los experimentos eran totalmente seguros, algo que no impidió que, el pasado 2008, el gobierno se disculpase con las víctimas y les pagase una cuantiosa indemnización.

El investigador que ha sacado a la luz estos datos ha sido el historiador Ulf Schmidt, quien ha expuesto en su libro casos como el del ingeniero de la Fuerza Aérea de Su Majestad Ronald Maddison, de 20 años. Este fue expuesto, si saberlo, a gas sarín, un agente nervioso que actualmente está calificado por la ONU como un arma de destrucción masiva. Según el historiador, el militar fue guiado a una cámara en la que -junto a otros cinco sujetos- le aplicaron veinte gotas de esta sustancia. Murió dos horas después. Y eso, a pesar de que le habían informado de que no correría ningún peligro.

Así lo ha corroborado al investigador Alfred Thornhill, quien fue testigo de lo sucedido cuando contaba 19 años. «Vi que se levantaba de la cama y su piel empezó a volverse azul. Comenzó desde el tobillo y se expandió por su pierna. Fue como ver algo venido del espacio exterior. Después, los médicos le clavaron la aguja más grande que he visto nunca y me dijeron que me marchase», explica el antiguo militar en declaraciones recogidas por le diario.

Otro de ellos se produjo durante la Segunda Guerra Mundial (1943) cuando varios soldados fueron expuestos a vapor de nitrógeno durante cinco días seguidos. Los seis voluntarios tuvieron finalmente que ser retirados de la prueba, pues sufrieron quemaduras químicas en sus axilas, escrotos y cuero cabelludo. «Abrieron la puerta de la cámara y todos estábamos en el suelo, gimiendo y llorando. Se hizo eterno y fue horrible», ha señalado al historiador Harry Hogg, quien participó en la prueba a los 20 años.

Algo parecido sucedió con el aviador de 19 años Richard Skinner quien, a cambio de unos chelines, se sometió en 1972 a lo que los expertos le habían denominado «una leve dosis de anestésico». Sin embargo, lo que realmente le inyectaron fue una nueva droga que incapacitaba el cerebro humano. En un vídeo grabado del experimento se puede apreciar como el paciente habla durante cuatro horas con un extintor de incendios que, según cree, es un amigo de la infancia fallecido hacía cuatro años.

Como ellos, y tal y como señala Schmidt, miles de soldados fueron encerrados en cámaras de gas bajo falsas promesas de dinero y bombardeados con todo tipo de toxinas potencialmente letales con el objetivo de probar los nuevos trajes químicos que se estaban desarrollando por entonces.