sábado, 28 de marzo de 2015

Quien es el verdadero enemigo del mundo multipolar y de la soberania de los Estados Nacionales?

Common wealth

“Antes de partir a su procesión del Jubileo de Diamantes, en la mañana del 22 de junio de 1897, la reina Victoria de Inglaterra fue al cuarto de telégrafos del Palacio de Buckingham… Eran unos minutos antes de las once. Presionó un botón eléctrico, se transmitió un impulsó a la Oficina Central de Telégrafos de St. Martin`s le Grand; en cuestión de segundos, su mensaje del Jubileo viajaba a todos los rincones de su imperio. Era el Imperio más grande en la historia del mundo, abarcando casi una cuarta parte de la masa terrestre y una cuarta parte de su población. Victoria misma era una reina emperatriz de tan antigua majestad que algunos de sus súbditos más sencillos la consideraban divina y sacrificaban chivos propiciatorios ante su imagen”.
James Morris, en Pax Britannica (Londres: The Folio Society: 1992)

“¿Cuáles son las potencias? Primero que todo, la principal potencia que enfrentamos es el Imperio Británico. No dejen que nadie les diga que es el Reino Unido. El Reino Unido no es una nación, es una plantación, ocupada por unas 5.000 personas que son las más ricas y las más perversas y dañinas que hay en este planeta y que forman una oligarquía… “Ese Imperio, controlado por los británicos, con la excepción de unas cuantas naciones disidentes a las que no les gusta, ese Imperio representa aproximadamente una quinta parte del área mundial de tierra; representa casi 30 % de la población. Controla del 48 al 50 por ciento del rendimiento financiero mundial, incluidos los 3.500 billones de dólares del rendimiento de los derivados. Controla la mayor parte del comercio internacional mundial de metales estratégicos, como los metales que necesitan casi todas las industrias. Controla la mayor parte del comercio internacional de petróleo... Esos intereses, el complejo angloholandés suizo, Cargill, etc., controlan la mayor parte del comercio mundial de alimentos, en una época de grave crisis alimentaría”.
 -Lyndon LaRouche, 16 de marzo de 1996

 En las mentes de las élites políticas, industriales e intelectuales de la mayoría de las naciones del mundo, existe un mito mortalmente peligroso; que el Imperio Británico desapareció de la faz de la Tierra y que Gran Bretaña, el Reino Unido, no tiene ninguna influencia en los asuntos mundiales.
Según este mito, la familia real británica no es más que una reliquia del pasado que cobra su modesta pensión, cumple con sus obligaciones ceremoniales y, quizá, atrae a los turistas y por esos se le mantiene. En la versión de esta gran mentira, se considera que Gran Bretaña es actualmente una fuerza benigna en los asuntos mundiales, un “amigo de los caídos” y “defensora diligente de los derechos humanos”.
Incluso los recientes escándalos desvergonzados de gimnasia sexual del hijo de la reina Isabel II, y la voluminosa cobertura de prensa “telenovelesca” que ha generado, ayudan a mantener el mito. (Cuando se habla de monarquías hereditarias, la decadencia nunca ha sido un indicador confiable de la caída de las mismas. Más bien, debe entenderse como una forma de vida. Por ejemplo, sólo hay que ver la obra “En defensa de la pederastía “—pedofilia—, de Jeremy Bentham, junto con su “En defensa de la usura”. Esos dos documentos presentan una definición clara de la visión oligárquica monárquica.)
En la mente de muchas figuras mundiales, (incluidas las rusas) el nuevo “enemigo” no es el viejo Imperio Británico sino la nueva “potencia imperial”: los Estados Unidos de Norteamérica.
Los autores de estos fraudes complementarios, la caída del Imperio Británico y su reemplazo por los Estados Unidos como el “gran Satanás”, se pueden localizar entre los círculos de la inteligencia británica y en la vasta propaganda ligada a instituciones como la British Broadcasting Corporation (BBC), el servicio de noticias Reuters, la Corporación Hollinger, el Instituto Tavistock, la Sociedad Mont Pelerin, las Universidades de Oxford y de Cambridge, la Mancomunidad Británica y el World Wildlife Fund del Príncipe Felipe. Con el reciente entusiasta resurgimiento de la Entente Cordiale, entre Francia y Gran Bretaña, los agentes franceses de inteligencia y los propagandistas se unieron a la campaña contra los EEUU, especialmente en Rusia.

Desde Jartum, hasta Moscú y Buenos Aires, este revisionismo histórico se ha afianzado entre la clase política y cultural. Su efecto desorientador ha abierto la puerta a errores graves y posiblemente irreversibles.

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